Jorge Stranges pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. El Potro. Rosarino y goleador. Un delantero fuerte y potente. Idolo en Temperley y Sarmiento. Su nombre es sinónimo de gol sabatino en los años 90s. Una historia para comprender el contexto de una época. De profesión: goleador de ascenso.
Por Carlos Aira
SUEÑOS DE FUTBOL: «Todos los que pasamos los 50 años pasamos una infancia distinta a la actual. Nosotros nos levantábamos y teníamos el potrero en la esquina. El sueño de todos los pibes era jugar en el club del cual somos hinchas. En mi caso, Newell´s Old Boys. La ilusión cotidiana era juntarnos con otros chicos y jugar. Jugar todo lo que pudiéramos. A medida que fueron pasando los años, mi sueño de fútbol se fue acrecentando«.
«Cuando era chico no iba mucho a la cancha. En el potrero, cuando gambeteaba y metía un gol, yo era Cucurucho Santamaria. Mirá lo que son las cosas: durante el Mundial 78 – yo tenía 9 años – cuando metía un gol decía que era Kempes. ¡No me fijaba que era de Central!. Yo quería parecerme a todos los que hacían goles. Soñaba con ellos. ¡Tenía el gol en la sangre!
TAPADO EN NEWELL´S: «Luego de una etapa en el baby estuve en Juan XXIII, una institución muy conocida acá en Rosario. Newell´s y Central se nutrían jugadores de este club, como de tantos otros clubes de la Liga Rosarina. Una tarde me vieron Jorge Griffa y Marcelo Bielsa, coordinadores del fútbol amateur de Newell´s, me pidieron y terminé yendo a préstamo«
«Fue una etapa hermosa de mi vida. Mi sueño que se estaba logrando. Pero también fue un momento complicado porque cuando debía dar el salto, año 1988, Newell´s se había consagrado campeón con un equipo lleno de cracks. En ese momento, el club debe tomar una decisión. Sobre todo Newell´s, que tenía a Griffa y Bielsa que hacían pre-selecciones en la zona y todos los años seguían apareciendo jugadorazos«.
«Iba a la práctica y delante mío estaban Julio Zamora, Condorito Ramos, el Galgo Dezzotti, el Negro Almirón. En la Reserva campeona aparecían Gabriel Batistuta y el Torpedo Sáez. Se hacía muy difícil llegar a Primera. En ese momento, Griffa le comunicó a una gran cantidad de jugadores que se iban a préstamo. A otros, entre ellos a mí, que quedaba libre«.
DEPORTIVO ESPAÑOL: «La salida de Newell´s no me bajoneó. Mi amor propio me obligó a seguir buscando mi lugar para cumplir mi sueño. Año 1989. Me fui a probar y quedé en Deportivo Español. La suerte del que va golpeando puertas. No bajé los brazos y seguí intentando y el club me hizo contrato profesional. Español tenía un equipazo, con Pedro Catalano, Charly Batista, Walter Parodi, Marcelo Caviglia y el Puma Rodríguez, entre otros jugadores. Un gran equipo que se sabía de memoria, pero también era muy difícil jugar ahí. Justo hubo cambio de técnico. Se fue el Nano Areán, que me había aprobado, y la gente que llegó pidió mandar a préstamo a los juveniles. En el club estaba Alberto González, Gonzalito, que me recomendó ir a Temperley«.
UN POTRO EN EL ASCENSO: «Yo acepté la propuesta de ir a Temperley porque quería jugar, pero en verdad, no sabía ni a donde iba. No tenía conocimiento alguno del fútbol de ascenso. Conocía a Newell´s, Rosario Central y los clubes de Primera. Cuando llegué a Temperley por primera vez, año 1990, me enteré de una situación dramática que vivía el club en materia judicial. Nos habilitaban para jugar cuando el juez lo disponía. A veces estábamos tres fechas sin jugar y luego teníamos que recuperar esos partidos en una misma semana. La pasamos brava. Tan brava que al año siguiente el mismo juez le decretó la quiebra al club. Eso sí era ascenso puro«.
LA B METROPOLITANA DE LOS 90S: «Era una categoría durísima. El futbolero lo debe recordar muy bien. Los más jóvenes no tienen presente que complicada que era esa vieja B Metro. Los vestuarios eran terribles. Los campos de juego también. A veces, la pelota la podías dominar en tres movimientos. No era impericia del jugador sino el mal estado de los campos. Los delanteros teníamos que pelear contra los defensores. Todo era trompadas en las costillas y manotazos en la nuca. De visitante, era luchar contra el referee porque los off-side fantasmas estában a la orden del día. Todo lucha y potrero. Los partidos nunca se suspendían por lluvia y siempre recuerdo algo que le cuento a mis hijos: jugábamos con la pelota Pintier. Esa pelota, mojada, era imposible de cabecear; igualmente, lo hacíamos. Una locura. Te pegaba mal y te tenían que sacar en camilla».
«Ya pasaron muchos años y en algunos casos volví a las canchas donde jugué en aquel tiempo y me alegra mucho el progreso de los clubes. Las instalaciones cambiaron totalmente y los campos de juego son un lujo. Ese ascenso que jugué en los 90s ya no existe más«.
SARMIENTO, ESCALA JUNIN: «Se me pone la piel de gallina cuando recuerdo a Sarmiento. Pasaron más de 30 años y en Junín me siguen recordando. Hicimos una campaña sensacional con un equipo que jugaba y goleaba. Peleamos el campeonato hasta la última fecha contra All Boys y al final terminamos ascendiendo al Nacional B ganando un Zonal y goleando 5 a 0 a San Miguel. Inolvidable.
«Cuando llegué a Junín, el grupo me miraba de reojo porque no era de la ciudad y había un grupo de jugadores locales que venían de pelearla desde la C; encima, todos muy buenos jugadores. Tuve la suerte de jugar con un crack, como era Daniel Cangialosi. También otros buenos jugadores, como el chaqueño Oscar Aníbal Morales, Gastón Merlo o los mellizos Vigorelli«.
«En aquel equipo, la clave del éxito la tuvo Mario Finarolli, nuestro entrenador. No es sencillo amalgamar jugadores que vienen de otros lugares con un grupo local. Recuerdo que ahí estaba yo junto al Flaco Máximo Nardoni, el Negro Silva y Sergio Grossi. Finarolli amalgamó a esos muchachos con mucha experiencia con el grupo local y armó un equipazo que quedó en el recuerdo del club y la ciudad«.
Lo que viví en Junín con su gente me lo voy a llevar a la tumba. Por ejemplo, ir caminando por la calle y que alguien se acerque para invitarte a comer a un restaurante. Cuando volví a Junín, por los 25 años del ascenso, hubo tanta gente que recordó mi paso por el club que terminé muy emocionado. Esas cosas no tenían precio«.
GIMNASIA Y DEPORTIVO ESPAÑOL: «Yo había tenido un año muy bueno en Sarmiento (1992/93). Por intermedio de unos empresarios me salió la posibilidad de ir a Colombia. El asunto se fue demorando porque mi pase pertenecía a Deportivo Español. Pancho Ferraro, el técnico de Español, me llamó a Junín porque me tenía en cuenta para la próxima temporada. Regresé a Deportivo Español y a la semana, Pancho se peleó con Francisco Ríos Seoane y se tuvo que ir. Si era por mí, volvía a Junín para jugar el Nacional, pero me quedé boyando. Sobre el cierre del libro de pases, Gimnasia me fue a buscar porque se iba Hugo Romeo Guerra. La cuestión es que no se fue ningún delantero. Terminé jugando en Reserva y soló entré un rato contra Lanús. Fue mí única experiencia en Primera División«.
«En Español también jugué un solo partido. Fue en la Conmebol de 1993 contra Sportivo Luqueño. ¡Qué bárbaro! Español fue el dueño de mi pase por muchos años y terminé jugando tan solo un partido y no llegó a ser ni un partido oficial de campeonato…».
TEMPERLEY: «Un club que me marcó por la calidez de la gente. En las dos etapas que tuve en la institución. A través de los años fui jugando en otros equipos, pero en Temperley siempre hay alguien que me recuerda. La gente del club me invita a diferentes eventos y me hace inmensamente feliz. No puedo olvidar la noche del Centenario del club. ¡Cuantas atenciones! Es un club del cual solo tengo palabras de agradecimiento y los llevo en el corazón. Los recuerdos con la camiseta de Temperley son imborrables«.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3