Otra vez… ¡Estudiantes campeón a lo Estudiantes!

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Con un doblete de Lucas Alario, el pincha derrotó 2-1 a Platense sobre la hora en San Nicolás de los Arroyos y ganó, al igual que el año pasado, el Trofeo de Campeones. Además, obtuvo la oportunidad de ir por más copas y trofeos en el 2026.

Por Alexis Guegnolle (*)

 

Una vez más Estudiantes de la Plata se coronó tras una final con cierre dramático. Otra vez, de manera épica. Otra vez, como contra Boca en el 2006 y Cruzeiro en 2009, dio vuelta el resultado para coronarse campeón. Otra vez, escribió un capítulo heroico para su larga biografía, llena de epopeyas y hazañas. Una historia que Estudiantes, pareciera, prefiere escribir en un contexto de
adversidad. Cuanto más le apuntan, cuanto más le ponen la mira encima, el León platense ruge más fuerte y se torna indomable.
En su época dorada, la era de Zubledía, tuvo que luchar contra el mote de anti- fútbol. En los primeros años de la década del 80, tuvo que lidiar con la pelea ideológica entre menottistas y bilardistas, donde los medios de comunicación y periodistas deportivos jugaron un rol preponderante sobredimensionando la disputa. Hoy, por decisión de su presidente, mantiene un enfrentamiento con la conducción de la AFA, que los medios otra vez fogonean y sobredimensionan, cierto, pero que también es sostenida por algunos laderos de Tapia. Sin dudas, dicho enfrentamiento y el “pasillo gate” que desencadenó, fortaleció a un plantel que deambulaba después de haberse quedado afuera de la Copa Libertadores, con la frente en alto y la mística intacta, contra Flamengo en cuartos de final. Fortificó a un equipo que, al terminar la fase regular del campeonato, parecía sin rumbo y sin continuidad de Eduardo Domínguez (estos días habrá reuniones claves para su continuidad).
Estos dos títulos en una semana no serán recordados por la familia pincha por la brillantez futbolística, sino por la fortaleza mental y la reivindicación histórica de su ADN ganador para, primero, imponerse en Rosario ante el Central de Ángel Di María; más tarde en cuartos de final, derrotar en Santiago del Estero a uno delos caballos del comisario y, después, en el clásico del siglo XXI en el Bosque, ganarle a Gimnasia 1-0 las semifinales para llegar a la gran final del Torneo Clausura, con el ánimo por las nubes. Allí, la semana pasada, derrotó al Racing de Gustavo Costas, candidato a quedarse con el certamen, con una gesta épica. Así obtuvo el derecho de disputar ante Platense, campeón del Apertura, el Trofeo de Campeones.
Otra vez Estudiantes sacó el manual de cómo ganar finales. En un partido cerrado, disputado y trabado, supo ir encontrando los caminos para doblegar a un durísimo Platense, que pareció recuperar las formas de la dupla Orsi-Gómez con la que se consagró en el Apertura y le hizo un partido muy cuesta arriba. Un partido, como era de esperar, de jugadas y detalles. Primero, a los 52’, Franco Zapiola (¡justo un ex de la casa!) aprovechó un despeje defectuoso de Piovi, tras un
lateral-centro, para calzarla de derecha en el borde del área y poner el 1-0. Sorpresa. Primer tiro al arco y gol. Efectividad calamar. Ahí fue el momento de Tense: a los minutos, con el pincha groggy, lo tuvo Mainero en una entrada franca ante Muslera, pero no le pudo dar dirección con la parte exterior del botín y la pelota se fue junto al palo.
A partir de ahí, el Calamar se aferró a la ventaja cediendo, cada vez un poquito más, terreno y pelota. Pero Estudiantes lucía cansado y sin ideas. Era lento y previsible. Fue allí cuando Eduardo Domínguez metió los cambios, haciendo ingresar a Meza, Sosa, Fabricio Pérez y Alario. Refrescó a un equipo que jamás perdió el orden, la cabeza y la paciencia. Y cuando la derrota parecía irreversible aparecieron la mística y la escuela pincha: Sosa jugó vertical con un pase a
Carrillo, quien pivoteó y abrió hacia Cetré, el colombiano (de enorme rendimiento en el último tramo del año) cortó hacia adentro y lanzó un centro venenoso de derecha al punto penal; la pelota picó y cuando parecía perderse por línea de fondo, la aparición fantasmal por el segundo palo de Fabricio Pérez para meter el primer cabezazo y para que Alario, paralelo a la línea de gol, metiera el parietal izquierdo para decretar el empate.
Sorpresa, otra vez. Porque si bien a Platense se le estaban yendo las fuerzas y la energía para presionar y tapar espacios, estaba cómodo y sin pasar sobresaltos. Quedaban 10 minutos más el adicional. Y después vendría el alargue. Estudiantes, que ahora lucía más entero, fue por todo. Ya había sufrido demasiado la semana pasada ante Racing. Y en el descuento llegó el segundo, otra vez con el héroe menos pensado: Lucas Alario, un jugador que estuvo más lesionado que activo y con la pólvora mojada, para aprovechar un córner magistral de Cetré y meter el
botín derecho para que la pelota, pique previo, se metiera arriba en el arco calamar a pesar del esfuerzo de Orsini por despejar. 2-1 y locura total en la hinchada pincharrata.
Estudiantes sacó adelante un año bravo. No sólo en el sentido deportivo, en el que nunca encontró su mejor juego hasta el sprint final de los playoffs, a los cuales entró por la ventana con la ayuda de cuatro resultados, sino también en lo extra futbolístico. El año comenzó con la polémica incursión de Foster Gillet. Hoy, imputado por lavado de dinero junto a Guillermo Tofoni. Ambos, empresarios sostenidos y fomentados por el Gobierno de Milei para el desembarco SAD. Turbio, es poco. Luego llegó la Barbie Brasileña, que desfiló con ínfulas de reina por el country de City Bell vaya uno a saber con qué propósitos. Una sombra que quedó
en la nada. Después llegaron los cruces de Verón con Domínguez. Facturas para un lado y para el otro sobre el mercado de pases, la realidad deportiva y la continuidad de un DT que estaba con un pie y medio afuera hasta hace… ¡poco más de un mes!
A pesar de este clima institucional y el contexto bélico con la AFA, Estudiantes cerró otro año con doblete de títulos. Hace tres diciembres, siempre con Domínguez DT, festeja: Copa Argentina 2023, Trofeo de Campeones 2024 y este doblete del 2025. Por si fuera poco, El Barba igualó a Zubeldía en dobletes: con Don Osvaldo fue bicampeón en 1968 y 1969 (por supuesto, títulos con otro peso). Con cinco consagraciones totales como entrenador, Domínguez, se instaló en la
historia grande de Estudiantes. El prestigio que se ganó el DT se lo demuestran sus hinchas. Los mismos que lo bancaron aquella recordada noche en UNO frente a Huracán, cuando los rumores de rupturas internas hicieron que la gente del León lo ovacionara, casi, como una declaración de guerra a la dirigencia. Ahora le declararon su amor nuevamente pidiendo su continuidad para el 2026.
Estudiantes campeón del Trofeo de Campeones en San Nicolás de los Arroyos. Por su mentalidad, por no claudicar incluso cuando las respuestas no aparecían. Por creer en su escuela y su mística copera. En definitiva, un campeón de campeones que supo reponerse a todo y a todos y que suma otra hazaña a su colección interminable de triunfos épicos para coronarse campeón. La ciudad, más que nunca, está en orden.

 

(*) Periodista. Cubre Estudiantes de La Plata en Abrí la Cancha.

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