Racing llegó a la final de la Copa Sudamericana 2024 luego de superar a Cortinthians en Avellaneda. El alcanza-pelotas fue fundamental en el segundo gol de la Academia.
Por Carlos Aira
Los separan tan solo cuatro cuadras, pero los antagonismos en Avellaneda parecen religiosos. Racing tiene los colores del manto de la Virgen María. Independiente presume de su estrecha relación con el Diablo. Sin importar credos, el Cilindro Presidente Perón era dueño de una atmósfera única. Una misa hereje donde 55.000 corazones albicelestes palpitaban en una verdadera caldera del diablo. La semifinal de la Copa Sudamericana está igualada 1 a 1. 39 minutos de la primera etapa. Lateral sobre la banda izquierda. Una jugada rutinaria se transformó en algo imprevisto. El alcanza-pelotas saltó el cartel publicitario y a toda velocidad le entregó la pelota a Maximiliano Salas. La defensa de Corinthians no tuvo reacción. Una duda fatal. Salas habilitó a Maravilla Martínez. Centro y gol de Juan Fernando Quintero. El segundo del colombiano. Delirio en Avellaneda. El siempre anónimo alcanzapelotas ahora tiene nombre y apellido. Martín Santoro, categoría 2009, tal vez no llegue a Primera, pero podrá contarle a sus hijos que a los 15 años fue fundamental para que Racing Club clasifique a una final continental luego de 32 años. El milagro de la Academia.
La trama tiene su historia. El primer partido con alcanza-pelotas en el fútbol argentino fue River-Independiente en 1940. Las dimensiones del estadio Monumental obligaban a buscar con mayor rapidez a la Superball cada vez que se iba del verde césped. Ocho jóvenes deportistas del club, vestidos de bordó con escudo riverplatense, fueron los primeros alcanza-pelotas del fútbol argentino. Un detalle: ese año volvió al país Bernardo Gandulla, un delantero fantástico surgido en Ferro que en marzo de 1939 se fue al Vasco da Gama aprovechando un vacío legal del Estado Novo de Getulio Vargas en su intervención a la Confederación Brasileña de Deportes. Un caso que terminó siendo diplomático y en el cual terminó actuando FIFA por decisión de Jules Rimet. Gandulla era el que corría a buscar la pelota rápido. Por eso, aún pasados 85 años, en Brasil se los llama Gandulas a los alcanza-pelotas.
La repentización del pibe Santoro tiene precedentes. Hace años, Banfield convirtió un gol porque un balboi acomodó rápido la pelota en el córner, pateó Moreno y Fabianesi, los defensores rivales no estaban acomodados y la jugada terminó en gol. Los jugadores fueron a festejar junto al pibe. Días después,AFA prohibió que los alcanza-pelotas acomoden los balones dentro del campo de juego. En marzo de 2023, River derrotó 1 a 0 a Unión en el Monumental. El gol lo convirtió Nacho Fernández, pero la jugada la comenzó Delfina Lombardi, una de las alcanza-pelotas que le cedió rápido un balón a Nicolás de la Cruz.
El rol del balboi es más importante de lo que parece. En muchos casos lleva el ritmo del partido. No es lo mismo devolver una pelota al pie que en las manos del rival. Alguna vez, Carlos Bilardo analizó: “Los pibes te ganan un partido, sale un contraatque que agarrate. Vos tenés que tener atención, no al contrario, a los pibes”.
Hacer tiempo o esconder los balones es parte del oficio. Así comienzan las peleas. Quedó en el recuerdo el grito destemplado de Ángel Cappa cuando se le escurría el campeonato de 2009 a Huracán y el entrenador gritó bien fuerte: «¡Cagones, esconden las pelotas!«. Los alcanza-pelotas han sufrido, en varias oportunidades, la agresión física. En su paso por el fútbol italiano, Daniel Passarella fue suspendido por varias fechas luego de pegarle una terrible patada a un juvenil. Más acá en el tiempo, el irascible Gastón Sessa le pegó un pelotazo en el rostro a un alcanza pelotas de Belgrano llamado Pablo Heredia. Vueltas de la vida, Heredia también era arquero, debutó en Primera División y debutó años más tarde en un recordado triunfo de los Piratas ante Boca en la Bombonera.
Racing ganó 2 a 1 y sueña con la Sudamericana 2024. La Academia vuelve a una final continental luego de 32 años. Curiosamente, el destino de Racing está atravesado por Cruzeiro. En 1988, Racing disputó la final de la primera edición de la Supercopa ante el equipo de Belho Horizonte. El partido de ida, disputado el 13 de junio de 1988, Racing comenzó en desventaja y lo terminó dando vuelta con un agónico gol de Miguel Ángel Colombatti. En la tapa de la revista El Gráfico aparece el 10 con la boca llena de gol. Detrás, un alcanza-pelotas que lo abraza. Ese pibe terminará siendo figura de la Academia. Era Juan Ramón Fleita.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.