El debate de las SAD obliga a observar que está pasando en otros lugares del mundo. La trazabilidad de los fondos como un tema de máxima sensibilidad.
Por Carlos Aira
El decreto 70/2023 abrió el debate sobre la privatización de nuestros clubes. Mas allá de los golpes de efecto, no existe aun un proyecto formal de SAD. Tan solo el decreto y varias operaciones. La posición de AFA es inflexible. No es monolítica, porque algunos actores del fútbol, como los presidentes Talleres (Córdoba) y Estudiantes de La Plata juegan un partido de confrontación con la calle Viamonte.
El alfil del gobierno en este tablero es Daniel Scioli, secretario de Turismo, Ambiente y Deporte. Su zigzagueante trayectoria política le permitió estar en ambos lados del mostrador: en 1999 presentó un proyecto privatizador; en tiempos de Néstor y Cristina Kirchner se mostró cercano a las Asociaciones Civiles. Hoy, el ex vicepresidente plantea haber evolucionado en su pensamiento y por eso su opinión fue cambiando.
“El impulso de las SAD en el fútbol argentino no es una exigencia para que los clubes sean privados. Es abrir otra posibilidad de esquema societario para potenciar a un club. Si miramos a Brasil, Chile o Paraguay, muchos tuvieron un gran crecimiento”, señaló Scioli.
Pero los gestos del gobierno, mas allá de las expresiones de deseo, no dejan de ser llamativas. La semana pasada estuvo Javier Tebas en nuestro país. El histórico titular de LaLiga española llegó invitado a un evento de marketing deportivo sobre derechos audiovisuales, fraude y piratería. A diferencia de su visita de 2016, cuando se lo convocó para la ingeniería de diseño del fútbol argentino bajo la órbita presidencial de Mauricio Macri, el Tebas modelo 2024 brindó declaraciones aperturistas hacia las SAD, pero no regaló una sonrisa en la foto junto a Scioli y el secretario de Deportes Julio Garro.
Seguramente, a Tebas no le gusta quedar pegado junto a quienes hacen negocios que cada día salpican más podredumbre en Europa. Por ejemplo, la Sociedad de Inversión 777 Partners
Hace semanas, el propio Scioli, acompañado por la diputada Juliana Santillán y el empresario Guillermo Tofoni se reunieron con los empresarios de 777 Partners y publicamente los señalaron como un ejemplo positivo para el futuro del fútbol argentino. Pero no todo lo que reluce es oro. En los últimos días, el holding 777 perdió el control del Vasco da Gama. ¿La razón? violar la regulación brasileña de empresas deportivas al comprar la totalidad del paquete accionario de la sociedad anónima. La justicia de Río de Janeiro decretó que el club debía volver al control operacional de sus antiguos asociados.
Esta noticia casi pasó desapercibida por la prensa deportiva argentina, más pendiente del entretenimiento y el espectáculo que de las verdaderas tramas de los negocios del fútbol.
777 Partners no solo invirtió en Vasco da Gama. El holding es dueño del mayor o menor porcentaje del paquete accionario de las empresas deportivas Genoa, Herta Berlín, Sevilla, Red Star París y Everton. Cuando las empresas deportivas no funcionan, 777 Partners la liquida. Eso está investigando la justicia belga. La empresa atraída por Daniel Scioli y la Libertad Avanza fue dueña del paquete accionario del tradicional Standard Liege. Una vez que se deshicieron de sus acciones, la justicia acusa a 777 Partners de no haber pagado cuotas atrasadas por casi 4 millones de euros con el fondo que financió la construcción del estadio. Por otra parte, al Everton de 777 Parters se le descontaron 8 puntos por no cumplir con el Fair Financiero planteado por la Premier League.
¿Se entiende por qué Tebas no quiso quedar pegado?
Siguiendo en Inglaterra, los medios se quedaron con el cuarto campeonato consecutivo que consiguió el Manchester City. Muy pocos medios argentinos prestaron atención a la sanción millonaria que tendrán que asumir los dueños de la empresa deportiva británica. ¿Que sucedió? A la SAD se le detectaron 115 violaciones a las normas financieras de la Premier League, entre 2008 y 2018. Como sucede en las sociedades sajonas, el dinero manda. Para no perder la categoría por sanciones, los dueños del Manchester City deberán pagar cuatrocientos millones de libras. La normativa de la Premier es que ese dinero se reparta entre las empresas que compiten contra el MCFC. Todos felices y sin preguntar desde donde llega ese dinero que alimenta el negocio del fútbol.
No todo lo que reluce es oro. Una figura de SAD sin control de trazabilidad de ingreso y salida del dinero puede ser una panacea para los inversores. Algo cada vez más inconseguible en el resto del mundo. En las últimas semanas se fueron dando varios ejemplos a nivel global de la complejidad del contralor de las empresas deportivas.
Andrés Fassi es el presidente de Talleres. Fue su gerenciador y luego, por el voto societario, su presidente. En varios medios internacionales se lo presenta como el propietario del club cordobés y dueño del milagro internacional de la T. Formado en el sistema de franquicias mexicanas, Fassi es un declarado hombre de las SAD. En su momento, Talleres quedó bajo la órbita de la corporación Pachuca que Fassi conducía. Desde 2023, el presidente de Talleres es parte de la estructura ejecutiva de FC Juarez, de Ciudad Juárez. En 2023, Talleres quedó bajo el ojo de la tormenta cuando la AFIP investigó las transferencias de Valoyes y Michael Santos de Talleres al FC Juárez. Nada ilegal, pero cuanto menos llamativo.
Desde hace años, Fassi intenta hacer pie en el mercado español de SAD. El club señalado fue el Granada FC, un club con instalaciones a precio de saldo, pero los graves problemas fiscales que envolvían a Gino Pozzo, propietario del club entre 2009 y 2016 obligaron al empresario cordobés a buscar nuevos rumbos. Donde se aprieta, sale pus. En 2018, la policía española detuvo al entonces presidente del Granada por “presunto lavado de dinero y defraudación fiscal en la venta y compra de jugadores”.
Los medios españoles aseguran que el Grupo Juárez estaría por adquirir las acciones del Espanyol de Barcelona. El tradicional club de la ciudad condal se encuentra en segunda división y su precio oscilaría los 150 millones de euros. Actualmente, en España hay varios grupos mexicanos propietarios de alguna SAD. como Carlos Slim, con el Real Oviedo, o Alejandro Irarragorri – dueño del Santos Laguna – con el Sporting de Gijón. En España se están preguntando si el sistema de SAD, instalado en 1992, no es parte de un monumental escenario global de lavado de activos.
Mientras tanto, el gobierno libertario busca fotos. Aunque no haya sonrisas.
Periodista / Abrí la Cancha