Con una posible eliminación en la mente, Argentina ganó y sigue en pie en Qatar 2022. Golazos de Lionel Messi y Enzo Fernández.
Por Carlos Aira (*)
Los ojos cargados de lágrimas. El zurdazo magistral de Lionel Messi tuvo el efecto de un abrelatas y desató una descarga emocional impropiade un segundo partido en una Copa del Mundo. Mientras los jugadores descargaban su felicidad dentro del campo de juego, una de las tantas cámaras tomó el banco argentino. Si esperaron la sonrisa del cuerpo técnico se encontraron con la angustia y el llanto de Pablo Aimar. El fútbol al borde del precipicio no es para cualquiera. La derrota ante Arabia había dejado al equipo nacional a metros del abismo que hubiera sido una eliminación en el segundo partido de Qatar 2022. La presión a flor de piel: no existe camiseta más pesada que la Argentina en todo el concierto de naciones. Brasil juega con alegría; nosotros, al límite de todo.
Al igual que Carlos Bilardo luego del desastre de Camerún 1990, Leonel Scaloni decidió cinco cambios para enfrentar a México. Una defensa nueva: Gonzalo Montiel, Lisandro Martínez y Marcos Acuña por Nahuel Molina, Cristian Romero y Nicolás Tagliafico. En el medio, Guido Rodríguez por Leandro Paredes y Alexis Mac Allister por Alejandro Gómez. Luego del experimento táctico ante Arabia, el pujatense volvió a un esquema similar al que le había brindado éxito en el ciclo 2019-2022. ¿Se subestimó a Arabia? Eso quedará en la intima conciencia de los protagonistas, pero hay una realidad insoslayable: en un mundial de prevalencia física, debieran jugar los que están en mejores condiciones. Mas allá de trayectorias y calidad.
Argentina, sus nervios y un rival inteligente. Gerardo Martino leyó correctamente el partido. Conoce el paño. Supo que la Selección jugaría contra sus camisetas verdes, pero sobre todo, contra sus nervios. México desplegó un planteo mezquino, pero solvente. ¿Tienen idea los mexicanos que hoy lo critican al Tata la presión que México le generó a Argentina con su planteo? Cada minuto que corría era una pequeña tortura en la cabeza de todo el equipo. Se notó en un primer tiempo, compendio de impresiciones albicelestes. 44 minutos de juego. Tiro libre frontal para México. En el juego de estadísticas, el crimen perfecto: llegar una vez, meterla y cantarle a Gardel. Flashback de una historia triste. Alexis Vega y el chanfle. Mientras la pelota buscaba el palo derecho argentina, rogamos que Dibu Martínez no fuera Pablo Caballero. Las dos manos del marplatense descolgaron la pelota del ángulo y nos alejaron del precipicio.
Emiliano Martínez. Dibu, desde las inferiores de Independiente. El muchacho que se ganó la titularidad del arco argentino en la Copa América mostrando una personalidad avasallante. ¡Te como todo!, como frase para la historia. Dibu Martínez y su humana confesión: “Yo especialmente sufrí mucho estos tres días hablando mucho con mi psicólogo”, introdujo el arquero del Aston Vila y profundizó: “Que me pateen dos veces y me metan dos goles, la verdad que es difícil de tragar. Sé que tengo 45 millones de argentinos atrás mío y le podía haber dado más en ese partido”.
Al tiempo que el arquero abría su corazón, el periodista en campo de juego le preguntaba como se veía el 18 de diciembre en la final…
Argentina jugó un buen segundo tiempo ante México. No existe La Scaloneta. Es tan solo un nombre comercial. Existe un equipo terrenal que debió sortear un cruce dificilísimo al borde del precipicio. Si quedábamos fuera de competencia, pocos hubieran reconocido el ciclo invicto y la festejada victoria del Maracaná. 26 jugadores y un cuerpo técnico enchastrados por el fracaso absoluto. Argentina es candidato al título, pero no debiera estar obligado a consagrarse campeón. Con el golazo de Enzo Fernández fue Leonel Scaloni quién dejó caer un par de lágrimas. El fútbol y su angustia: había que ganar y se ganó.
El miércoles enfrentamos a Polonia. No estamos clasificados y esto no es Hawaii: una derrota nos deja afuera del Mundial. En ese fútbol de angustias y presiones, el mítico paso a paso de Mostaza Merlo es un buen remedio para seguir transitando este sinuoso camino mundialista.
(*) Periodista y escritor / Conductor de Abrí la Cancha.