Una lágrima y un recuerdo para Alejandro Giuntini

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Por Carlos Aira

 

Finalmente, se confirmó el peor desenlace. El sábado 16 de julio falleció Alejandro Víctor Giuntini. Fue en su Mar del Plata natal, rodeado de su afecto. Hacía unos días había cumplido 49 años. No pudo derrotar a la Leucemia.
Rubio, alto, zurdo, muy flaco y de invariable pelo largo. Un zaguero con recursos que podía salir jugando con clase desde el fondo.
Giuntini fue un defensor de refinada jerarquía. Llegó a Vélez Sársfield con 20 años, proveniente de Deportivo Norte de Mar del Plata. Debutó en la primera velezana el 25 de septiembre de 1988. Tercera fecha del campeonato 88/89. Ante Boca Juniors en la Bombonera. Aquella tarde, su equipo formó con José Luis Fernández; Macat, Giuntini, Rojo y Pacha Cardozo; Frega, Sandoval y Morresi; Adrián Bianchi, Cincunegui y González Verón.
Aquella tarde su actuación fue tan sólida que mereció todos los elogios de Víctor Hugo Morales. Recordemos que no fue la mejor temporada del equipo de Liniers, que bordeó los puestos bajos de la tabla.
Luego de dos temporadas con la V azulada – en los cuales disputó 48 partidos y marcó un gol – firmó para el Club Atlético Lanús. Con los granates, ascendidos a la máxima divisional luego de trece años, el marplatense jugó sólo el Apertura, donde fue titular en 13 ocasiones.
En enero de 1991 su carrera vivió un giro. Fue contratado por Bolivar de La Paz. En Bolivia jugó una gran Copa Libertadores y se consagró campeón del torneo local, siendo la figura indiscutible del equipo.
En junio de 1991 fue contratado por Boca Juniors en un plan de renovación integral del plantel que había acariciado el torneo 1990/1991. El titular era Víctor Hugo Marchesini, pero Oscar Washington Tavarez no dudó en brindarle la confianza.
Debutó ante Deportivo Español, en la mañana del 20 de septiembre de 1991. Reemplazó a Juan Simón, lesionado en el primer tiempo. A partir de la 13º, ante Newell´s, conformó una dupla de enorme jerarquía junto al experimentado central santafesino.
En la Ribera jugó 76 partidos entre 1991 y 1994. Se consagró campeón del Apertura 1992, la esperada estrella xeneize que se negaba desde el Metropolitano 1981. También logró la Copa Master 1992 – golazo en la final ante Cruzeiro – y la Copa Nicolas Leoz 1993.
Para el recuerdo, el festejo del campeonato de 1992. Colgado en lo alto del alambrado de Casa Amarilla, el mismo cedió ante tanta presión. Giuntini sufrió un severo corte en uno de sus ojos. Poco le importó.
En su etapa xeneize también se lo recuerda por la controversia generada luego del partido ante Vélez Sársfield en marzo de 1993. Giuntini llegó más tarde de lo permitido al control antidopaje. Boca perdió el punto obtenido en la cancha (habían igualado 1 a 1) y fue suspendido por cuatro meses.
Pasó por Huracán y Unión de Santa Fe. En Parque de los Patricios hizo zaga junto al uruguayo Pedro Barrios. Le tocó un buen momento del globo. Allí jugó 36 partidos, entre 1995 y 1998. En Santa Fe estuvo una temporada a préstamo, la 96/97. Jugó 35 partidos. Luego su carrera lo llevó al fútbol árabe, poniendo fin a la misma en 2000, con 32 años.
De particular carácter. Tenía intereses que excedían el fútbol. Había estudiado Diseño Gráfico y Arquitectura. Siendo jugador de Huracán, luego de una apretada de la hinchada, declaró: «Fútbol era lo que yo jugaba cuando era pibe en Mar del Plata«.
Dedicado a la dirección técnica, se había enfocado en el trabajo con juveniles. Muy querido en Costa Rica, donde dirigió entre 2009 y 2011.
En 2015 tomó el fútbol de Olimpo de Bahía Blanca. Dirigió interinamente al aurinegro ante San Martín de San Juan ante la salida de Walter Perazzo. En julio del año pasado se le diagnosticó la enfermedad. La enfrentó con entereza. Víctor Alejandro Giuntini ya es parte de un grato recuerdo.

 

 

 

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