Mauro Amato: «El futbolista no comprende el poder que tiene para llevar adelante causas sociales»

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Mauro Amato pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Su infancia en La Plata. Sus sueños de fútbol. Estudiantes de La Plata. Sus goles, tan comentados como sus festejos. El enfrentamiento con Bussi en Tucumán. La vuelta olímpica con Sarmiento de Junín. Un personaje muy especial que merece

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Me vinculé con la pelota desde que tengo uso de razón y sentir. Con sus diferentes tamaños y telas. Digo esto porque era un pibe feliz jugando con cualquier tipo de pelota. Desde las que hacíamos con trapos o medias hasta las que eran de bolsas. A partir de los seis años, mis viejos me llevaron a un club de barrio que es el Club Hernández, en la ciudad de La Plata. Tres años más tarde, mi hermano mayor comenzó a jugar en Estudiantes de La Plata y yo lo acompañé. Acompañando a mi hermano cuando tenía 9 años comenzó mi camino en Estudiantes.

 

 

LA FAMOSA CATEGORIA 73 DE ESTUDIANTES: «La 73 de Estudiantes quedó en el recuerdo porque nos consagramos campeones en casi todas las divisiones. Para todos los chicos que fuimos parte de esa categoría, ese grupo fue nuestra segunda casa. Era jugar con amigos, pero éramos competitivos. Hoy, pasados tantos años no tengo dudas que esos días fueron para mí una escuela de vida. Ser campeones todos los años nos hizo evolucionar. Esa sensación de consagrarnos campeones nos hacía perfeccionarnos. Siempre recuerdo qué, cuando se hacían pruebas, quedaban muy pocos chicos porque era una categoría notable. Hoy, con más de 50 años de vida, sigo aprendiendo de mis compañeros«.

 

EL FORMADOR DE ADOLESCENTES: «Tuve a varios entrenadores en las inferiores, como el Bocha Flores, Juan Ramón Verón, Higinio Restelli y el Bocha Ábalos. Gente realmente valiosa, pero hoy todo cambió demasiado. Trabajo desde hace años en las inferiores de Estudiantes y puedo asegurar que hay demasiados cambios entre mi época y la actual. No solo en el fútbol, sino, sobre todo, en la sociedad y en la cabeza de los adolescentes. Me dediqué a investigar y me recibí de couching y de programador neurolinguístico. Son temáticas que enriquecen a la persona y las utilizo como entrenador. Los adultos de hoy nos tenemos que aggiornar a una adolescencia diferente a la nuestra y con otras edades evolutivas. Es una obligación para la gente adulta. Por eso enseño y aprendo al mismo tiempo con la pelota como vínculo porque en la pelota hay un montón de información. Por eso recalco que si nos estructuramos en la formación que recibimos, hoy es obsoleta porque tuvo muchas carencias. La vida como un aprendizaje permanente y el juego como un vínculo«.

 

Mauro Amato con la 10 de Estudiantes de La Plata.
ESTUDIANTES EN UN MOMENTO DIFICIL: «Debuté en la Primera de Estudiantes de La Plata en 1992. Uno siempre sueña con llegar al fútbol profesional. Todo es ilusión y todos piensan que el mundo color de rosa, pero no lo es. Era un momento muy heavy del club. Épocas donde los resultados no se daban, el club vivía cierta decadencia y eso se trasladaba al equipo. Encima, no estaba preparado para recibir un montón de puteadas, porque era delantero y no marcaba goles. Pero todo es un proceso y Estudiantes debía transitar ese momento difícil para poder luego reflotar«.

 

LA CABEZA DEL JUGADOR Y LAS PRESIONES: «Un delantero recibe un montón de puteadas y tal vez no está preparado psicológicamente para que te insulte tu hinchada. En aquellos años no teníamos información sobre como estudiar la situación y te resbale. La puteada te llegaba al corazón y te paralizaba. Me costó muchísimo salir de ese lugar porque la angustia te anula. Años más tarde me pasó algo parecido en Tucumán y decidí comenzar terapia. Ahí cambió mi vida porque comencé a ver el fútbol de otra manera. La última parte de Atlético Tucumán y en Instituto me reencontré como jugador y disfrutando jugar a la pelota«.
«En mi época de jugador, sobre todo en los primeros años, la psicología estaba mal vista. Era un fútbol machista. Con rasgos muy marcados, donde mostrar cierta debilidad era castigada. Me fueron amoldando a un molde, pero en un momento era necesario romperlo. A medida que fui leyendo, abriendo la cabeza, fui experimentando otras sensaciones. Decían que la terapia era para los locos. Por suerte, hoy la mayoría de los clubes tienen gabinetes psicológicos. Hoy también existen otras presiones. El jugador que llega a Primera tendría que tener una diversión por jugar, pero se siente presionado por su representante, que está buscando un pase. Juega presionado porque está pensando que el club le renueve y seguir laburando. El futbolista juega para el entorno y nunca para él«.

 

El gol a Godoy Cruz y la remera de las Madres y sus pañuelos. Una imagen censurada por el gobierno de Bussi.

 

TUCUMAN Y LAS REMERAS: «Todo lo que viví en Tucumán fue muy loco. Hasta que llegué a Atlético Tucumán no tenía mucha información de la dictadura. Pero en ese tiempo agarré el Nunca Más y me quebró la cabeza. Rompí el traje que tenía porque tuve la necesidad de gritar a viva voz. Quise mostrar a través de los goles y las remeras un mensaje social. Era la Tucumán gobernada por Domingo Antonio Bussi, pero cuando entrás en lucha no te importa nada y lo hacés. Fui solo al frente porque mis compañeros decían que estaba loco. No me importó. Fui al frente con una cuchara y me puse remeras con mensajes directos, como aquellas de las Madres con los pañuelos o la de José Luis Cabezas. Quería hacer goles para seguir mostrando esas remeras. Todo fue muy loco. Siempre recuerdo que le convertí un gol muy importante a Godoy Cruz y no apareció ninguna foto del festejo de mi gol. Años después me enteré que hubo una discusión muy fuerte en la redacción de la Gaceta. Fueron tiempos personales muy reveladores…
«Le convertí un gol a San Martín en la Ciudadela en el último minuto y ganamos un clásico que Atlético no ganaba en ese estadio hacía muchísimos años. Ese gol sigue siendo tan festejado que cada 19 de septiembre tengo un montón de mensajes agradeciéndome el gol. Es más, hay dos agrupaciones del club que se reúnen cada 19 de septiembre a comer un asado. Ese gol fue un recuerdo maravilloso, pero lo mejor que me dejó Tucumán fue cuando me invitaban a tomar vino y comer empanadas en cualquier barrio. Ahí conecté muchísimo compartiendo con la gente de a pie. Hace un tiempo volvió a Tucumán y me encontré con un montón de chicos que se llaman Mauro Javier, como yo, y luego de todos los abrazos, recién ahí caí de todo lo que había generado«.
«El fútbol no tapa todo. Si el futbolista se diera cuenta del poder que tiene cada vez que se mete en una causa, sería fantástico. Quizás, esa conciencia social no está desarrollada en los futbolistas. El futbolista puede destapar todo. Todo se trata de relaciones humanas. Como te paras ante cada situación. Se lo extraña a Diego porque el decía todo en la cara porque el comprendió el poder que teníamos los futbolistas«.

 

Mauro Amato, sinónimo de gol en Instituto.

 

VIEJO Y GLORIOSO INSTITUTO: «En Córdoba estuve como quería. Suelto y libre. El año y medio que estuve en Instituto fue lo mejor de mi carrera. Le hice un golazo a Racing y otro a San Lorenzo con un festejo muy particular: fui a besar a la reportera gráfica que era mi ex-mujer. En Córdoba me involucré muchísimo con las causas sociales. Recuerdo que hice una colecta para los sobrevivientes del accidente de LAPA. Iba con una latita y le pedía a los jugadores que venían a Córdoba. Lamentablemente, no recaudé mucho porque no hubo conciencia. Donde me fue bien fue en una colecta para la cárcel de San Martín. Todo surgió cuando un muchacho de Instituto, interno en el penal, me dijo que no tenían libros para estudiar. Iba por las tardes a las librerías de Alta Córdoba y mangueaba los libros que no utilizaban. Acumulé un montón de libros y material didáctico. Iba a visitar a la gente a la clínica del Quemado y les llevaba cremas y otras cosas necesarias. Siempre recuerdo a Sacha, un nene que perdió una pierna en un accidente. Era hincha de Boca y lo llevé a conocer a Martín Palermo cuando fue a Córdoba. Me involucré mucho con el afuera. Todo esto no salía en los diarios, pero la gente de otros clubes se fue enterando de estas cosas que hacía y comencé a tener mucha demanda porque me estaba vinculando más con lo social que con el fútbol. Eran tantas las necesidades sociales que me terminó abrumando. Mi vínculo con la Gloria siempre fue muy bueno. Un recuerdo maravilloso».
«Al fútbol le falta solidaridad. Este es un eje central. El fútbol tiene mucho egocentrismo. El futbolista debe dejar de vivir en la nube, porque en esa nube hay pocos temas a desarrollar. Mucho menos, en lo social. Por eso sorprende cuando un futbolista lleva adelante movidas solidarias. Falta un montón de conciencia».

 

Mauro Amato fue campeón con Sarmiento del torneo de Primera B Metropolitana 2003/04.

 

CAMPEONATO CON SARMIENTO: «Me quiero matar cada vez que pienso que me consagré campeón y fui el protagonista de la agresión que determinó la suspensión de la final. Me pegan una patada, me sacan en camilla y siendo un golpe en la cabeza. No entendí nada. Era una cuña de madera de la platea. Un dolor de cabeza impresionante. Mucha bronca porque no pude dar la vuelta olímpica. La normalidad es que un equipo gana, se consagra campeón y da la vuelta olímpica. Fui goleador con Sarmiento y disfruté muchísimo de sentir el fútbol«.

 

EL AGUA Y EL PEZ: «El Agua y el Pez es un cuento de mi amigo Kurt Lutman, a quién conocí en Huracán de Corrientes y escribe como la puta madre. El relato es alucinante porque involucra a Bussi. Un 24 de marzo le pregunté a los chicos de 12 años que entrenaba en Estudiantes que se conmemoraba. Un chico me respondió en forma conmovedora. Ahí aproveché para contarles mi historia. Es mi granito de arena como técnico y poder contarles que pasó y mi pensamiento«.

 

 

Producción: Nehuén Ríos
Carlos Aira es periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

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