Natalio Perinetti: el gran mito de Racing Club

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Dos wines de excepción: Natalio Perinetti y Raimundo Orsi. Ídolos de Racing e Independiente.

Natalio Perinetti nació en 1900. Jugó entre 1917 y 1934, años fundamentales en la historia de nuestro fútbol. Fue un ídolo enorme de Racing Club, aunque su ciclo en la Academia terminó mal y sus últimos partidos fueron en River Plate. Su fútbol, su trayectoria y sus anécdotas le valieron un nombre propio para la eternidad.

Por Carlos Aira (@carlosaira11)

 

Antes de zambullirnos en la historia, un comentario entre nosotros. Natalio Perinetti, sin dudas, es uno de mis personajes históricos preferidos. Fue un estereotipo de su tiempo.
Natalio Perinetti nació en Remedios de Escalada, sur del conurbano bonaerense que dividía entre ciudad al norte y campo al sur las líneas férreas británicas, un 28 de diciembre de 1900. Comenzó a jugar en Talleres, club donde también jugó su hermano mayor Juan Nelusco, socio fundador del club rojiblanco. Nolo, como se lo conoció, pasó al Racing Club de Academia, aquel que arrasó los campeonatos desde 1913.
Natalio Perinetti, tapa de El Gráfico en 1926.
Natalio llegó a la  Academia en 1915 siendo un purrete de catorce abriles. Flaquito y muy chiquito. Allí se encontró con otro pibe con quién haría historia: Pedro Ochoa. Ambos se hicieron cargo del ala derecha del ataque en cada una de las categorías de inferiores donde jugaron. En aquellos días los equipos atacaban con cinco delanteros y cada wing tenía su ala. Perinetti y Ochoa comenzaron una sociedad que duró quince años. Si las camisetas hubieran tenido número en su tiempo, Perinetti tendría la 7 y Ochoa la 8. Natalio fue un wing de habilidad, desborde y una forma singular de tirar los centros: fue el primero de echarlos a la carrera, enterrando la pelota desde bien abajo. Como si fuera una pala.
Perinetti aprovechó su magro físico para mostrar su habilidad. Fue un maestro en el arte de esconder la pelota y hacer malabarismo sobre la raya derecha. Sin dudas, desde su debut en la primera de Racing en 1917, marcó un tiempo en el fútbol argentino.

 

Fue el primero de una larga zaga de punteros derechos, números 7, que hicieron escuela. No sólo por su clase, si no por sus singularidades. Podemos citar a Oreste Omar Corbatta, Raul Emilio Bernao, René Houseman. Tal vez a Claudio Caniggia. Perinetti fue el padre futbolístico de todos ellos.
Entremos de lleno en esas singularidades, de este Perinetti que todos los domingos hacía delirar a los hinchas de la Academia pero entrenaba en Talleres, porque era su club. Que usaba pantalones por debajo de las rodillas que le valieron el apodo de Pantalonazo. Su pinta de dandy con peinado perfecto y raya al medio matemática y ese carácter protestón que le valió otro apodo menos querido por él: La Loca.

 

EL WING QUE ENLOQUECIO A SANTIAGO BERNABEU

 

Perinetti fue partícipe del final del ciclo histórico del Racing amateur. Fue una insignia en tiempos que la Academia jugaba bárbaro pero gambeteaba la vuelta olímpica.
Año 1925. Natalio y Pedro. Los colores de toda la vida.
Aquella década del veinte quedó marcada por la visita de gran cantidad de clubes europeos. En 1927 nos visitó el Real Madrid. En un encuentro de la Academia ante los merengues, Natalio tuvo una actuación sensacional. Se puede leer en Héroes de Tiento (Ediciones Fabro): «Aquella fría tarde en Avellaneda nació una amistad que perduró por años. Santiago Bernabéu admiró el fútbol del wing derecho de la Academia. No era para menos. Natalio Perinetti jugó un partido cinco estrellas. Hizo todas bien. Racing ganó 2 a 0 con un par de goles de Antonio Miguel, pero Natalio fue el destinatario de todos los aplausos. La jugada previa al segundo gol fue asombrosa: Perinetti, pegado a la raya derecha, gambeteó al half Anacleto Peña y a Juan Urkizu. En vez de mandar el clásico centro de pala, volvió sobre sus pasos y sorteó con un caño a Urkizu. Ovación. Natalio despidió un centro que el rosarino Miguel transformó en gol. Las tribunas deliraban. El vasco, grandote y durísimo, quiso agredir al endiablado puntero, quién se favoreció por la intervención de muchos particulares en su defensa»
En 1928 se realizaron los Juegos Olímpicos en Ámsterdam. Perinetti fue parte del equipo nacional que logró la Medalla de Plata. Bernabeu – en persona – decidió contratar al petiso. Volvemos a Héroes de Tiento: «Santiago Bernabéu encaró a Perinetti. Le ofreció el dinero que ni un eminente profesional podía ganar. Deseaba verlo vistiendo la camiseta merengue. En aquellos días, el delantero trabajaba en la Dreyfus, una empresa cerealera y algodonera. Cobraba 170 pesos mensuales. Por debajo de la mesa, Racing le pagaba 150. El Real Madrid le ofrecía más de 1000. Cortésmente, Natalio rechazó la oferta. Puso por delante su vida en Argentina»
Con el paso de los años, Bernabeu siempre declaró que el único jugador que jamás pudo convencer fue a Natalio, con quién mantuvo una larga amistad regada por decenas de cartas.

 

DOS HISTORIAS INCREIBLES

 

Suelto sobre el incidente de junio de 1931: Natalio expulsó a su propio compañero Juan Pompey.
Veterano, Perinetti ingresó al profesionalismo. En su primer partido rentado fue protagonista de un suceso inédito. Martes 4 de junio de 1931. Tarde lluviosa. Racing recibió a Platense en Avellaneda. La tarde era muy tranquila, tanto que promediando el segundo tiempo, la Academia goleaba 5 a 0. Hasta que sucedió lo inesperado: a los 24 minutos, con la pelota en campo calamar, Fernando Paternoster y Juan Pompey, jugadores de Racing Club, se tomaron a golpes de puño ante la mirada de todos. El árbitro Lorenzo Martínez no supo como reaccionar. Eran jugadores de trayectoria y personalidad. Perinetti expulsó a Pompey por conducta antideportiva. Caso único.
Días después, Natalio concurrió a la sede racinguista. Lo esperaba el presidente Ernesto Malbec. En la reunión estaría presente Pompey, conocido también como Sargento Caramalo, por su carácter agrio. Lo que parecía una golpìza, finalizó en apretón de manos.
20 de agosto de 1934. Debajo de la camisa millonaria se atisba la camiseta académica. Perinetti fue un
pedazo de gloria del fútbol argentino y referente
de su tiempo.
A fines de 1933, el entrenador húngaro Alberto Marinetti decidió prescindir de Perinetti. La directiva, encabezada por Ernesto Malbec, sostuvo un fuerte conflicto con el ídolo dando comienzo la Academia a una larga lista de ídolos maltratados por la institución de Avellaneda.
Si en sus años de plenitud, Santiago Bernabeu no logró arrancarlo de la Academia, si lo hizo Antonio Vespucio Liberti, quién lo llevó a River Plate. Junio de 1934. Debutó el 8 de julio en el triunfo millonario 2 a 0 ante Gimnasia y Esgrima La Plata. Pero hubo un momento decisivo. El 20 de agosto debía jugar River ante Racing en la vieja cancha millonaria de Recoleta. Perinetti no quería jugar ante su club de toda la vida. Envió un telegrama a la sede riverplatense negándose a jugar el partido. Desde el club le devolvieron otro: «Usted es profesional y debe jugar«.
Natalio no pudo negarse. Salió a la cancha y enfrentó a su Racing. Llevaba puesta la camisa riverplatense, pero debajo de ella, junto a su piel, la camiseta celeste y blanca. Ídolo, genio y figura.
Una vez retirado, siguió ligado al fútbol. Fue comentarista radial y trabajó en Clarín. Falleció el viernes 24 de mayo de 1985. Al día siguiente, un Racing en la B enfrentó a Quilmes en cancha de Vélez. Diluviaba. Antes de comenzar el partido, el árbitro pidió el minuto de silencio en su memoria. Curiosamente, antes del comienzo del segundo tiempo repitió el minuto. Fue un error, pero Natalio mereció ese homenaje como pocos en la historia de Racing Club.
Natalio Perinetti. El mito de Racing Club.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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