Historias mundialistas: El fracaso argentino en Alemania 1974

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El equipo argentino ante Alemania Oriental.

La campaña argentina en la décima Copa del Mundo es una de las menos analizadas cuando se repasa la trayectoria de la selección nacional en los mundiales. Veamos a qué se debe.

Por Martín Gorojovsky

 

EL CAMINO PREVIO

La historia de Argentina en los Mundiales de fútbol era pobre para 1974. Nuestro fútbol acumulaba logros internacionales a nivel de clubes, pero eso no se veía reflejado en el rendimiento del equipo nacional. En 1958 y 1962 la selección había sido eliminada en la fase de grupos. En 1966 volvió con la frente en alto del Mundial de Inglaterra, tras ser eliminada con polémica en cuartos de final; pero después llegaría el mayor fracaso: en 1969 no se superaron las eliminatorias, y Argentina fue la gran ausente del mundial de 1970. La desorganización, la rotación de entrenadores y la falta de un proyecto integral eran moneda corriente, y el proceso rumbo a Alemania ’74 no fue la excepción.

Enrique Omar Sívori. Entrenador del Seleccionado en 1973.

El Cabezón Enrique Omar Sívori dirigió durante las eliminatorias, en las que Argentina enfrentó a Bolivia y Paraguay. Como novedad puede destacarse que por primera vez fueron convocados jugadores que se desempeñaban fuera del país, como el delantero Rubén Ayala, que pasó de San Lorenzo al Atlético de Madrid en 1973, o el arquero Daniel Carnevali, futbolista de Unión Deportiva Las Palmas en el momento en que se inicia nuestro relato.

La eliminatoria no fue sencilla, pero se logró el objetivo. Dos triunfos en Buenos Aires, un empate en Asunción y un histórico triunfo en la altura de La Paz, posibilitaron la clasificación. Se destacó en particular la historia de la Selección fantasma, el equipo alternativo que se preparó especialmente para jugar en la altura boliviana y que, a pesar de la falta de apoyo económico por parte de AFA, trajo consigo dos puntos fundamentales para obtener la clasificación.

 

EL PLANTEL

Vladislao Cap, Vìctor Rodrìguez y Puchero Varacka. El triunvirato técnico que condujo a la Selección en Alemania 1974.

Poco después de lograr el objetivo de llegar al Mundial, Sívori renunció al cargo de Director Técnico. Nuevamente se imponía la falta de coherencia en el plan de trabajo. Se conformó un triunvirato integrado por Vladislao Cap, Víctor Rodríguez y José Varacka. El plantel quedó integrado de la siguiente manera: los arqueros Daniel Carnevali, Ubaldo Matildo Fillol y Miguel Ángel ‘Pepé’ Santoro; los defensores Jorge Carrascosa, Francisco ‘Pancho’ Sá, Enrique Wolff, Rubén Glaría, Roberto Perfumo, el único ‘sobreviviente’ de la anterior participación -1966- argentina en la Copa del Mundo, Ángel Bargas, y Ramón Heredia; los volantes Néstor Togneri, Carlos Babington, Miguel Ángel Brindisi, René Orlando Houseman, Carlos Squeo, Enrique Chazarreta, y Roberto Telch; y los delanteros Agustín Balbuena, Aldo Pedro Poy, Héctor ‘Chirola’ Yazalde y Rubén Ayala.

Por nombres y por antecedentes de sus integrantes puede decirse que era un plantel respetable, que combinaba experiencia con juventud, y en el que había varios campeones recientes del fútbol argentino, a nivel nacional e internacional.

Amistoso de la Selección en Madrid. Año 1973. Ratón Ayala, Chupete Guerini, Cacho Heredia y Carnevali.

Babington, Brindisi, Carrascosa y Houseman habían deslumbrado en el Huracán de 1973. Poy ya era símbolo y campeón en dos ocasiones (los Nacionales de 1971 y 1973) en Rosario Central. Ayala, Chazarreta, Glaría ,Heredia y Telch habían sido bicampeones con San Lorenzo en 1972. Balbuena, Sá y Santoro eran figuras del Independiente que dominaba la Copa Libertadores. Santoro además, ofrecía experiencia, junto a un defensor de primer nivel como Perfumo, por entonces jugador del Cruzeiro, y a un veterano del Estudiantes multicampeón de Osvaldo Zubeldía como Togneri, al igual que Yazalde, quien además también había sido campeón en Independiente. Bargas por su parte, también había dado la vuelta olímpica, con Chacarita en el Metropolitano de 1969. A nivel títulos las carreras menos destacadas eran las de Carnevali, Fillol, Kempes, Squeo y Wolff, aunque el segundo y el tercero ya se proyectaban como los astros que llegarían a ser pocos años más tarde.

 

 

FASE DE GRUPOS: SALVADOS POR LA INCENTIVACIÓN:

Para Alemania ’74, la FIFA ideó un nuevo sistema de competencia. Se jugaría una primera fase de cuatro grupos en los que clasificarían los dos primeros de cada uno, como era normal desde 1954. La novedad consistía en que los clasificados jugarían otros dos cuadrangulares, al cabo de los cuales los ganadores disputarían la final y sus escoltas el partido por el tercer puesto.

El sorteo ubicó a los albicelestes en el Grupo 4, junto a la debutante Haití, a Italia, que con el subcampeonato de 1970 había vuelto a posicionarse en los primeros planos del fútbol de selecciones, y Polonia, que volvía a los mundiales después de lo que hasta el momento era su única participación mundialista, en Francia ’38, pero también con el antecedente fresco del oro olímpico en Munich ’72. Como puede verse, se trataba de un grupo exigente, aunque se suponía que Argentina tenía con qué dar pelea.

Sin embargo el debut fue con el pie izquierdo. Se produjo el 15 de junio de 1974 en el Neckarstadion de Stuttgart, ante Polonia. Argentina formó con un extraño esquema que en los papeles se leía como 5-2-3. Carnevali en el arco; Bargas, Heredia, Perfumo, Sá y Wolff en la defensa; Brindisi y Babington en el medio; y Ayala Balbuena y Kempes en la delantera. A pesar de contar con una figura consagrada como Pepé Santoro y una estrella en ascenso como Fillol, el triunvirato encabezado por Cap confió en el arquero de Las Palmas, justamente por el hecho de desempeñarse en el fútbol europeo.

La apuesta saldría mal, porque a los seis minutos los polacos abrirían el marcador, merced a un grosero error del arquero argentino. Córner para Polonia, Carnevali atrapó el envío en el aire, pero al bajar chocó con un compañero y soltó la pelota. Grzegorz Lato, eventual goleador del torneo, aprovechó el rebote y marcó el 1 a 0. Apenas dos minutos después una mala salida argentina en la mitad de la cancha permitió el contragolpe que Andrezej Szarmach canejó por el 2 a 0. Argentina era superada por completo desde lo táctico y lo físico.

 

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Para el segundo tiempo Houseman ingresó por Brindisi, y a los quince minutos Heredia coronó, desde la puerta del área y al segundo palo del arquero Jan Tomaszewski, una buena jugada colectiva de la Selección. Pero apenas dos minutos más tarde un saque de arco de Carnevali, con la mano, fue interceptado por Lato, que anticipó al receptor y marcó el 3 a 1. A los veintiún minutos, Babington volvería a acercar a Argentina, tras una serie de rebotes en el área polaca. Inmediatamente Telch remplazó a Bargas, para ganar presencia en el mediocampo, pero el resultado ya no se modificaría.

La segunda fecha marcaba la obligación de ganar, y el rival era nada menos que Italia. El 19 de junio, en el mismo escenario de la primera fecha, Argentina presentó un equipo con algunos cambios de esquema y de nombres. 4-3-3 como dibujo táctico. Bargas fue el defensor que salió para incorporar un volante, Telch, Houseman ingresó por Brindisi y Yazalde por Balbuena. El equipo mejoró pero no pudo llevarse el triunfo.

 

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A los diecinueve minutos del primer tiempo Houseman recibió un pase largo de Babington, dejó picar la pelota una vez y definió al ángulo del arquero Dino Zoff. Pero a los treinta y cinco llegó el empate italiano. Tras un centro desde el vértice del área grande, el volante Romeo Benetti llegó a pechear la pelota, y en el intento de despejarla Perfumo batió su propio arco. En el segundo tiempo Glaría remplazaría a Wolff, y Chazarreta a Yazalde. Pero entre la impotencia argentina, y la conveniencia del empate para los italianos, que en el debut habían vencido por 3 a 1 a Haití, el 1 a 1 fue la chapa final.

Argentina 4-1 Haití. Quique Wolf en el piso. Se acerca el Mencho Balbuena.

Para pasar a la segunda fase Argentina estaba obligada a ganar, pero además no dependía de sí misma. Vencer a los haitianos parecía tarea sencilla, puesto que llegaban eliminados, y habían recibido diez goles en dos partidos. Pero además hacía falta que Polonia venciera a Italia, y el empate le convenía a los dos equipos europeos para avanzar a la siguiente rueda.

Los resultados se dieron a favor de los albicelestes, pero no se debió exclusivamente al mérito deportivo. Tanto italianos como argentinos intentaron arreglar el partido. La diferencia radicó en que mientras el delantero Pietro Anastasi planteó la cuestión en términos de soborno para pactar el empate, el periodista argentino del diario La Razón que contactó a los polacos dijo que el dinero que él ofrecía se trataba de un incentivo, un premio, por ganarle a Italia. Por lo tanto no se trataba, teóricamente, de una maniobra desleal.

 

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El cierre del grupo se jugó el 23 de junio. Polonia venció a Italia por 2 a 1 en Stuttgart, mientras que, en el Estadio Olímpico de Munich, Argentina, con el mismo once inicial de la segunda fecha, goleó 4 a 1 a Haití. Yazalde y Houseman encaminaron rápidamente el partido, al convertir a los quince y a los dieciocho minutos del primer tiempo. A los diez del segundo, Ayala convertía el 3 a 0. Descontó a los dieciocho Emmanuel Sannon, pero Yazalde nuevamente pondría la chapa final de 4 a 1, cinco minutos después del gol haitiano. Además quedó para la estadística que Yazalde marcó el gol número 900 de la historia de los mundiales.

 

 

SEGUNDA RONDA: SE IMPUSO LA REALIDAD

Argentina había pasado de ronda, pero el hecho de que haya necesitado dar un empujón extrafutbolístico a su pasaje demostraba que había que mejorar mucho para una segunda ronda que, obviamente, sería más exigente. Al término de la primera fase Alemania Occidental y Holanda se perfilaban como los grandes candidatos a jugar la final, en virtud de sus excelentes equipos, uno liderado por Franz Beckenbauer el otro por Johann Cruyff, además de la localía de los alemanes. Brasil, campeón defensor pero en recambio respecto al equipo maravilloso de 1970, y Polonia aparecían como los principales rivales a vencer para alemanes y holandeses.

En ese contexto, según reflexionaría años después Miguel Ángel Brindisi, era difícil llegar a la final, pero hubiera sido posible alcanzar el partido por el tercer puesto. Sin embargo, ni siquiera se estuvo cerca de ese objetivo. Argentina integró el Grupo A de la segunda fase con Holanda, Brasil y Alemania Oriental, a los que enfrentaría en ese orden.

El 23 de junio, en el Estadio del Parque, de Gelsenkirchen, Argentina sufrió una de las derrotas más dolorosas de su historia mundialilsta. Nuevamente fue superada desde el punto de vista colectivo, táctico y físico, como le sucediera en el debut ante Polonia. Argentina formó con dos cambios respecto al equipo que había empatado con Italia y goleado a Haití. Squeo remplazó a Babington en el mediocampo, y Balbuena a Kempes en el ataque.

El partido rápidamente se definió a favor de la Naranja Mecánica. A los once minutos de juego, Cruyff escapó de los zagueros para recibir un envío largo, eludió a Carnevali y convirtió el 1 a 0, mientras que a los veinticinco Ruud Krol puso el 2 a 0 con un remate desde afuera del área. Para el segundo tiempo ingresaron en Argentina Glaría y Kempes, en remplazo de Wolff y Houseman respectivamente, pero no hubo mejoría. A los veintiocho minutos del complemento Johnny Rep ganó en el área chica para poner de cabeza el tercer gol, y en el último minuto Cruyff aprovechó un rebote para sellar la goleada.

 

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El segundo encuentro fue la primera edición en los mundiales del clásico sudamericano entre Argentina y Brasil. Después del baile propinado por los holandeses, el triunvirato comandado por Cap dispuso algunos cambios y la formación fue la siguiente: Carnevali; Bargas, Glaría, Heredia y Sá; Squeo, Brindisi, Babington; Ayala, Balbuena y Kempes. Perfumo, Wolff, Houseman, Telch y Yazalde, volvieron al banco de suplentes.

 

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El partido, jugado el 30 de junio en el Estadio de Baja Sajonia, ciudad de Hanover, fue menos desparejo que el encuentro ante Holanda, pero también terminó con una derrota argentina. Roberto Rivelino, con un remate desde afuera del área y al cabo de un sostenido avance brasileño, convirtió el primer gol del partido cuando iban treinta y dos minutos del primer tiempo. La igualdad parcial llegó rápidamente, porque tres minutos después Brindisi batió de tiro libre al arquero Leao. Para el segundo tiempo Carrascosa y Houseman ingresaron en los lugares de Sá y Kempes, pero no hubo tiempo para acomodar al equipo, porque a los cuatro minutos de la segunda etapa Jairzinho cabeceó al gol en la puerta del área chica, tras un desborde y centro a la carrera de Zé María. El 2 a 1 no se modificaría, y con él se fueron definitivamente las ilusiones argentinas de quedar entre los cuatro mejores equipos del mundo.

Solo para cumplir se jugó el partido ante Alemania Oriental, nuevamente en Gelsenkirchen. El encuentro tuvo lugar el 3 de julio, dos días después del fallecimiento del presidente Juan Domingo Perón, situación por la el equipo argentino barajó la posibilidad de no presentarse para el partido, aunque finalmente lo hizo, luciendo una banda de luto.

 

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El equipo argentino ante Alemania Oriental. Parados: Carrascosa, Bargas, Fillol, Wolff y Telch; Hincados: Houseman, Brindisi, Kempes, Babington, Ayala y Heredia. 

En la última presentación, el equipo formó con Fillol; Bargas, Carrascosa, Heredia, Wolff; Brindisi, Telch, Babington, Houseman; Ayala y Kempes. No se realizaron cambios, y el resultado fue 1 a 1 ante los alemanes del este. Joachim Streich, con un nuevo anticipo de cabeza en el área argentina, abrió el marcador a los catorce minutos del primer tiempo, y Houseman a los veinte de la misma etapa, marcó el empate. Además del luto presidencial, lo más destacable del encuentro fue el debut mundialista del Pato Fillol como arquero argentino.

 

EL BALANCE

Los hechos explican por sí solo por qué esta campaña es una de las menos analizadas a la hora de mirar el retrovisor de la historia argentina en los mundiales. La pobreza de los resultados, del juego exhibido, y el protagonismo que gozaron otras selecciones, deja de lado rápidamente cualquier tentación de detenerse en el recuerdo del equipo del ’74. La frustración no era, por otro lado, una novedad para la Argentina en lo que hacía a las copas del mundo.

Tal vez vale la pena recordar esta campaña por dos cuestiones. En primer lugar, porque es un antecedente de cómo el fútbol argentino, rico en innovaciones tácticas, quedó totalmente descolocado en ese aspecto frente a selecciones como Polonia y Holanda, que hasta ese momento no eran potencias futbolísticas.

La segunda cuestión, una de las pocas positivas, es que el magro rendimiento, un solo triunfo en seis partidos, obligó a AFA a planear seriamente el Mundial de 1978, en el que Argentina estaría obligada a ganar el torneo. Poco después de la eliminación, comenzaría el ciclo de César Luis Menotti como entrenador, y con él una era en la que los proyectos a largo plazo de los entrenadores fueron respetados. Esto permitiría que cuatro años más tarde la selección diese su primera vuelta olímpica, y que algunos jugadores del plantel del ’74 pudieran disfrutar una revancha después del trago amargo.

 

Estadísticas

Partidos jugados: 6; uno ganado, dos empatados, tres perdidos.

Goles a favor: 9.

Goles en contra: 12.

Goleadores: Houseman, 3 goles; Yazalde, 2 goles; Ayala, Babington, Brindisi, Heredia, 1 gol c/u.

 

(*) Integrante del equipo de Abrí la Cancha

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