Historias Inconfesables: Loma Negra-Talleres 1981 y un llamado en la noche de cemento

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Por Carlos Aira

 

El Nacional de 1981 fue muy particular. Las cosas no estaban bien por Nuñez. Boca Juniors era sensación nacional de la mano de Diego Maradona. River Plate había hecho un gran esfuerzo económico en contratar al Matador Mario Kempes, pero el equipo dirigido por Alfredo Di Stéfano no marchaba bien.
La clasificación para los cuartos de final del Nacional pendía de un hilo. O mejor, de dos. Porque en las últimas dos fechas se definía si seguía o no en la competencia. El rival a vencer no era sencillo. Loma Negra de Olavarría, amadrinado por Amalita Lacroze de Fortabat – multimillonaria industrial del cemento – había conformado un equipo de figuras. Nombres como Félix Orte, Carlos Squeo, Mario Husillos o Pedro Magallanes, le daban jerarquía a un equipo formado a base de una inagotable chequera.
El domingo 22 de noviembre de 1981 se enfrentaron River-Loma Negra en el Monumental. Tan sólo uno de los dos pasaría de ronda. Se jugó a hacha y tiza. River no pudo doblegar a los celestes de Olavarría que terminaron con nueve hombres el partido.
A falta de una jornada, Loma Negra le sacaba un punto vital de diferencia a River Plate. A la gente de Nuñez le quedaba sólo una fecha para lograr el milagro de la clasificación. En la semana la dirigencia riverplatense se comenzó a mover tupido. Intentaron contactarse con los jugadores de Talleres de Córdoba, rival de Loma Negra. Por su parte, las huestes de Amalita hicieron un sondeo por Junín con alto grado de eficacia. Sarmiento recibiría a River en la última fecha.
Cuenta la historia que los conserjes del hotel donde se hospedó el plantel de Talleres en Olavarría tenían prohibido pasarle llamadas a los jugadores visitantes. Orden de Amalita. En la noche anterior al partido, mientras la vigilia se hacia eterna, un misterioso llamado desde Junín llegó a la ciudad del cemento. De un lado de la línea, un jugador – campeón del mundo – se hizo pasar por familiar y pidió urgentemente – cuestión de vida o muerte – con un jugador tallarín. Apiadado, el conserje le pasó la llamada a otro campeón del mundo de aquel entonces. Los muchachos llegaron a un rápido arreglo.
La historia es conocida. Talleres ofreció una inquebrantable resistencia y aguantó el empate en cero. River ganó un partido disputadísimo en Junín y se encaminó hacia un título que consiguió meses después.

 

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