Por Carlos Aira
Frase del célebre Renato Cesarini dicha en 1968, luego que dejara la dirección técnica de River Plate luego de aquella mítica final de Copa Libertadores ante Peñarol de Montevideo en Santiago de Chile.
Cesarini – una biblia de fútbol – quedó en el centro de la escena por una derrota increíble: River vencía 2 a 0 al término del primer tiempo, con goles del Fantasma Daniel Onega y Jorge Indio Solari. En el entretiempo, Renato realizó un cambio llamativo que salió muy mal: sacó al lateral Nicha Sainz e hizo ingresar al delantero Juan Carlos Lallana.
En la segunda etapa reaccionaron los carboneros e igualaron con tantos de Spencer y Abadie. En el suplementario, el ecuatoriano Spencer y Pedro Rocha sellaron el 4 a 2 final a favor de los orientales.
Cesarini, nacido en Senigaglia, Italia, el 11 de abril de 1906, se hizo cargo de la derrota en el vestuario. Nunca superó lo sucedido aquel 20 de mayo de 1966. Falleció poco tiempo después de haber dicho esta frase, en una entrevista para la revista El Gráfico, el 29 de marzo de 1969.