Historias Mundialistas: El fracaso argentino en Suecia 1958

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El equipo argentino, con camiseta amarilla, que enfrentó a Alemania Occidental.

En 1958 Argentina llegó a la Copa del Mundo como fuerte candidata, pero se fue, humillada, tras la primera ronda. Repasemos este episodio que, más de sesenta años después, sigue alimentando polémicas.

Por Martín Gorojovksy 

 

Tras el subcampeonato de 1930 y la eliminación en primera ronda de 1934, AFA decidió, por diversos motivos políticos e institucionales, marginarse de los mundiales de fútbol. En el interín, el fútbol argentino vivió una época dorada a nivel local y regional, en la que ganó varias veces el Torneo Sudamericano, luego transformado en la Copa América.

Guillermo Stábile dirigió la Selección casi por dos décadas. Tiempo de desarrollo individual por sobre el despliegue táctico.

En 1954, AFA envío al Filtrador Guillermo Stábile, figura del equipo argentino de 1930 y entrenador del seleccionado desde 1939, a observar el torneo jugado en Suiza. Stábile informó a su regreso que “de haber participado, Argentina hubiera hecho un papel destacado”. Esta confianza se sumó a la gran campaña realizada en el Sudamericano de 1957, disputado en Lima.

En él participaron siete equipos y se enfrentaron en una liga, todos contra todos, de una sola rueda. Los albicelestes ganaron los cinco primeros partidos y así se coronaron con una fecha de anticipación. Marcaron veinticinco goles y solo recibieron seis. En aquel equipo se destacó la delantera, integrada por jugadores muy jóvenes. Los famosos Carasucias aparecían como la gran renovación del fútbol argentino. Ellos eran Osvaldo Cruz, Enrique Omar Sívori, Omar Oreste Corbatta, Humberto Maschio y Antonio Angelillo.

 

DE LA ILUSION AL FRACASO

20 de octubre de 1957. Mítico gol de Corbatta a Chile. Eliminatoria para Suecia 1958.

Con el título continental a cuestas, la AFA avanzó con la idea de retornar a la Copa del Mundo. Argentina se inscribió para participar del Mundial de 1958, que se disputaría en Suecia, y en octubre del ’57 participó de las eliminatorias. Jugó un triangular a dos vueltas con Chile y Bolivia. Pese al debut con derrota por 2 a 0 en la altura de La Paz, en Santiago se derrotó a Chile por el mismo marcador, y en Buenos Aires ambos partidos fueron victorias por 4 a 0. El plantel que partió rumbo a Europa fue despedido por la prensa como futuros campeones.

Pero dos hechos modificarían el panorama. En el curso de 1957, Sívori, Maschio y Angelillo fueron vendidos al fútbol italiano. Y en marzo de 1958 AFA dispuso que no podían integrar la selección nacional aquellos jugadores que estuvieran desarrollando su carrera fuera del país. Tres de los cinco Carasucias quedaron afuera de la convocatoria. Solo el Loco Corbatta y Osvaldo Cruz serían de la partida.

Al sortearse las zonas de Mundial, Argentina no fue considerada cabeza de serie, por lo que quedó alojada en el Grupo 1, junto a Alemania Federal, campeona vigente, Irlanda del Norte, y Checoslovaquia. El debut fue ante los germanos, el 8 de junio de 1958. Argentina formó con Amadeo Carrizo en el arco, Federico Vairo y Francisco Lombardo en la defensa, Pedro Dellacha, Néstor Rossi, José Varacka en el mediocampo, y Corbatta, Eliseo Prado, Norberto Menéndez, Alfredo Rojas y Osvaldo Cruz en la delantera. Esa tarde sucedió un imprevisto: el árbitro inglés no quería dos equipos con camisetas blancas. Argentina perdió el sorteo y tenía que cambiar su equipación. Al no tener un juego alternativo, el Malmo FC, club anfitrión, cedió un juego de camisetas amarillas que utilizó el seleccionado nacional. Tras la apertura del marcador, a los dos minutos de juego con un gol de Corbatta, Alemania impuso su mejor trabajo físico y táctico, y dio vuelta el partido, imponiéndose por 3 a 1.

 

El equipo argentino, con camiseta amarilla, que enfrentó a Alemania Occidental.

 

La siguiente presentación, ante Irlanda del Norte, tuvo lugar el 11 de junio, en el estadio Örjans Vall, de la ciudad de Halmstad. Del arco hasta el medio, los sudamericanos salieron con los mismos jugadores, pero Stábile dispuso algunos cambios en la delantera. El Beto Menéndez pasó del centro del ataque a la derecha, y Prado, Rojas, y Cruz fueron remplazados por Ángel Labruna, Norberto Boggio y Ludovico Avio. De modo que la formación fue Carrizo; Vairo, Lombardo; Dellacha, Rossi, Varacka; Corbatta, Menéndez, Labruna, Boggio, Avio.

Ángel Labruna en su debut mundialista. Argentina 3-1 Irlanda del Norte. La única sonrisa de Suecia 58.

El desarrollo fue inverso al del debut. Los irlandeses del Ulster abrieron la cuenta con un gol tempranero de Peter McParland a los tres minutos de juego. Luego, la mejor técnica de los sudamericanos impuso el resultado final. Corbatta de penal a los treinta y ocho del primer tiempo, el Beto Menéndez a los diez del segundo y Avio a los catorce de la misma etapa, pusieron los goles del 3 a 1 con el que Argentina volvía a estar en carrera para alcanzar los cuartos de final.

Llegó entonces el cierre del grupo, y con él una fecha que sería fatídica. El 15 de junio, en el Estadio Olímpico de Helsingborg, Argentina enfrentó a Checoslovaquia. Un triunfo aseguraba la clasificación, mientras que un empate servía para al menos jugar un desempate, según cómo saliera el encuentro entre alemanes e irlandeses. La formación fue casi la misma que contra Irlanda del Norte, excepto que Osvaldo Cruz volvió a la titularidad en lugar de Norberto Boggio. El once fue Carrizo; Vairo, Lombardo; Dellacha, Rossi, Varacka; Corbatta, Menéndez, Labruna, Avio, Cruz.

15 de junio de 1958. Un parteaguas de nuestro fútbol. Checoslovaquia nos hizo seis goles y obligó a replantear la táctica en nuestro fútbol.

Como bien se sabe, los albicelestes no solo jugaron un mal partido, sino que lo jugaron en una tarde de esas en las que el rival logra convertir la mayoría de las situaciones que crea. A los ocho minutos del primer tiempo Milan Dvorak abrió el marcador, y a los diecisiete aumentó Zdenek Zikan. Sobre el final del primer tiempo, a los cuarenta minutos, Zikan metió el 3 a 0 (en la foto superior, tras capturar el rebote cedido por Carrizo). En el complemento los europeos regularon un poco la marcha, merced a la ventaja que tenían, y Argentina intentó dar vuelta la historia. Solo a los veinte minutos Corbatta de penal consiguió el descuento, pero en seguida, a los veinticuatro minutos, Jiri Feureisl convirtió el 4 a 1. Y en los últimos diez minutos vino una nueva ráfaga. A los treinta y seis y a los cuarenta y cuatro minutos, Vaclav Hovorka redondeó el 6 a 1 que significó la eliminación argentina, así como el inicio de una nueva etapa de nuestro fútbol.

Para colmo, Checoslovaquia tampoco accedió a la siguiente fase, pese a la goleada. En el Mundial ’58 se dispuso que si había empate en puntos entre el segundo y el tercer puesto de un grupo de la primera ronda, el pasaje a cuartos de final se definiría con un partido desempate. Irlanda del Norte venció por 2 a 1 a los checoslovacos, y dejó a los verdugos de Argentina afuera de la copa. Con los sistemas posteriores, que contabilizaban promedio de gol (goal average) o diferencia de gol, la media docena de goles hubiera contado para definir la clasificación.

 

¿TRES JUGADORES PUEDEN DETERMINAR UNA CAMPAÑA?

Los tres carasucias de Lima que no viajaron a Suecia por ser parte del Calcio: Humberto Maschio, Valentín Angelillo y el genial Enrique Omar Sívori.

El equipo argentino, que había sido despedido con la seguridad de que exhibiría una total superioridad ante sus rivales, fue recibido con una lluvia de monedas e insultos en el aeropuerto de Ezeiza. ¿Cómo podía haberse obtenido un resultado tan malo? A lo largo de las décadas hubo varias respuestas, y posiblemente todas tengan una parte de verdad.

La que más interesa a los fines de esta columna es aquella que dice que las ausencias de Sívori, Angelillo y Maschio pesaron en el rendimiento del equipo. ¿Fue tan así? Indudablemente se trataba de jugadores jóvenes, que habían demostrado su talento en el Sudamericano de Lima. Pero si se examina el plantel, se verá que no le faltaba calidad en ninguna línea.

Los arqueros eran dos consagrados. Amadeo Carrizo ya se había adueñado del arco de River, club con el que había ganado siete títulos, y seguiría siendo un referente millonario hasta fines de la década siguiente. Su suplente, Julio Elías Mussimessi, tenía una destacada carrera, iniciada en 1944, defendiendo los arcos de Newell’s y de Boca. Asimismo, había ganado el Sudamericano de 1955 con la selección nacional.

Los defensores y volantes eran o bien jugadores experimentados, que ya habían ganado campeonatos con sus clubes y con la selección argentina, o bien jóvenes que se destacarían en los años siguientes. En el primer grupo podemos mencionar a Dellacha, figura y futuro campeón con Racing en el mismo 1958, campeón sudamericano en 1957; Vairo, tricampeón con River en 1955, ’56 y ’57, también campeón sudamericano en 1957;  Rossi, un veterano que había sido campeón con River en 1945 y 1947, así como en el tricampeonato de la década del ’50, campeón con Argentina en los sudamericanos de 1947 y 1957; Lombardo, campeón en 1954 con Boca; Varacka, por entonces figura de Independiente, con el que ganaría el campeonato de 1960, y futuro campeón sudamericano con Argentina en 1959; Alfredo Pérez, tricampeón con River; Federico Edwards, campeón con Boca en 1954 y con Independiente en 1960; y Eliseo Mouriño, subcampeón con Banfield en 1951 y también campeón con Boca en 1954. Los jóvenes eran José Ramos Delgado, por entonces figura de Lanús, luego de River a comienzos de los sesenta y poco tiempo después del Santos de Pelé, y David Acevedo, campeón con Independiente con Independiente en 1960, ’63 y ’67 -a nivel local- y de la Copa Libertadores en 1964 y 65.

Orestes Corbatta en 1955.

En cuanto a los delanteros, ya hemos mencionado a Corbatta, histórico wing derecho, figura de Racing, campeón argentino con la Academia en 1958 y 1961, y con Boca -aunque con menos relevancia- en 1964 y 1965, y que repetiría el título sudamericano con Argentina en 1959; Prado, ganador de cinco títulos locales con River entre 1952 y 1957; Menéndez, tricampeón con River, campeón con Boca en 1962, ’64 y ’65; Rojas, por entonces comenzando su carrera en Lanús, luego figura y parte del bicampeonato de Boca en 1964-65; Cruz, campeón sudamericano con Argentina en 1955 y 1957, futuro campeón argentino con Independiente en 1960; Labruna, ya una leyenda viviente del fútbol argentino, ganador de nueve campeonatos locales con River, y de los sudamericanos de 1946 y 1955 con Argentina; Boggio, futuro campeón con San Lorenzo en 1959; y Avio, titular en Vélez, aunque no ganaría títulos en su carrera. También mencionamos a Sanfilippo, campeón sudamericano en Lima y figura de San Lorenzo -sería campeón en 1959 y 1972-, y del fútbol argentino en general durante la siguiente década, pero no disputó ningún partido. Y la lista la cerraba Ricardo Infante, veterano goleador de Estudiantes y de Huracán.

Como puede verse, se trataba de un plantel que reunía a jugadores de gran presente, jóvenes promesas, que se cumplirían, y algunos veteranos cuya trayectoria databa de lo que muchos consideran como la era dorada del fútbol argentino. Definitivamente, las ausencias de Sívori, Maschio y Angelillo, significaron bajas sensibles, pero no condicionaron tanto como parece al equipo. Podría decirse, a lo sumo, que Rossi estaba demasiado grande para su puesto, volante central de treinta y tres años, o que Labruna e Infante ya estaban en el final de sus carreras. De hecho Labruna fue convocado de emergencia ante la baja del Mono Roberto Zárate, otra de las figuras de la Maquinita de River en los años cincuenta. Pero en cualquier caso, se trataba de tres jugadores sobre un total de veintidós. Por lo tanto, las razones del fracaso deberán buscarse en otras cuestiones.

 

LAS TRES D

Así como se habla del mandato de las Tres G (Ganar, Gustar y Golear), podríamos decir que durante muchos años la selección argentina padeció tres problemas con d: desorganización, desconocimiento y desconcentración.

La preparación a conciencia de los equipos mundialistas fue algo que AFA no encararía sino hasta la previa de Argentina 1978, cuando la condición de local no permitía menos que clasificar entre los cuatro mejores equipos. Hasta el Mundial de 1974 inclusive, la improvisación y la rotación de entrenadores fueron moneda corriente. Parte de la desorganización del ’58 habría sido el control más bien laxo que el cuerpo técnico tuvo sobre los jugadores, quienes no estuvieron concentrados al máximo durante la estancia en Suecia.

En 1958 estos factores se agravaban por el hecho de que no se prestaba excesiva atención al desarrollo del fútbol europeo. Se desconocía que Alemania Federal contaba con importantes figuras y un estilo bien definido. También se subestimó a los checoslovacos, que si bien no eran una potencia, habían sido subcampeones mundiales en 1934, y contaban con una larga tradición de juego.

En cuanto a la táctica, Argentina continuaba utilizando la W-M como esquema, lo cual se tradujo en que muchos goles recibidos fueron por la desventaja numérica en la que se encontraba la defensa sudamericana ante los ataques de alemanes y checoslovacos, que ya utilizaban otros dibujos tácticos.

 

LAS CONSENCUENCIAS

Para bien o para mal, Suecia ’58 fue una bisagra en el fútbol argentino. Tal vez si el resultado ante Checoslovaquia hubiese sido adverso pero sin una cifra tan impactante, el trauma hubiera sido menor. De todas formas, en el clima impuesto por la autotitulada Revolución Libertadora de 1955, ya se había propagado una corriente de fuerte autodenigración de todo aquello que fuera de procedencia nacional, incluido el estilo de juego argentino. Esta corriente, encarnada por ejemplo en Dante Panzeri, director de la revista El Gráfico, hubiera aprovechado la ocasión para predicar en contra del tradicional juego argentino, cultivado a lo largo de varias décadas. La magnitud del resultado ante Checoslovaquia ayudó a abrirle más oídos.

En concreto, el fútbol argentino local se volcaría a sistemas marcadamente defensivos, durante la primera mitad de la década del sesenta. Los clubes ganarían protagonismo internacional en las copas Libertadores e Intercontinental, pero, en el ámbito de la selección, las lecciones de Suecia no serían asimiladas hasta varios años después.

 

*Integrante del staff de Abrí la cancha (lunes a viernes de 13 a 13:30 y de 20 a 21hs. Domingos, de 23 a 00hs. Por Radio Gráfica FM 89.3)

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